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Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental

220320

El 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua. Esta es la coyuntura apropiada para realizar una composición de lugar, anticipar lo que transcurrirá en el siglo que recién comienza e identificar medidas para asegurar nuestra seguridad hídrica.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), Puerto Rico ocupa el escalafón número 135 entre 192 jurisdicciones en lo que se refiere a disponibilidad de agua dulce por persona. En otras palabras, 134 países del mundo tienen una mayor disponibilidad de agua por persona que Puerto Rico. Si nos comparamos con las demás Antillas mayores en el Caribe, Cuba, Jamaica y República Dominicana nos superan en ese renglón. Solo superamos a Haití por poco. La UNESCO formalmente ha establecido que Haití padece de estrés hídrico.

Nosotros agudizamos la situación anteriormente descrita. Muchos de los embalses están sedimentados. Carraízo ronda el 50% y Dos Bocas (que suple al Superacueducto) está al menos 60% sedimentado. El hecho de que el huracán María haya destruido 144 millones de árboles garantiza una tasa mayor de sedimentación durante las dos próximas décadas. La pérdida de 60% del agua potable en el sistema de distribución y la pérdida del 60% del agua en los canales de riego agravan la situación.

La perspectiva futura no es muy halagadora. De acuerdo a la Administración Federal de Océano y la Atmósfera (NOAA, por sus siglas en inglés), el cambio climático reducirá la lluvia en al menos 10% para el 2030. La Organización de Países de habla inglesa del Caribe (CARICOM, por sus siglas en inglés) pronostica una merma de 20%. Aún en el mejor de los casos, se reducirá el agua dulce disponible en la isla. Además, el aumento del nivel del mar, que ya está sucediendo, aumentará la entrada de agua de mar a los acuíferos. Esto, a su vez, reducirá la cantidad de agua dulce disponible para agua potable y riego agrícola.

Si comenzamos ahora, podemos implantar alternativas a tiempo para contrarrestar las situaciones antes descritas. Una de las alternativas es reducir la pérdida de agua del sistema de distribución de un 60% a un 17%, que es la norma mundial. Eso nos permitiría tener el equivalente a la cantidad de agua suplida por tres Carraízos, sin construir embalses adicionales. Otra medida es el reuso de las aguas usadas tratadas de las instalaciones de la AAA para usos no potables. Esta medida brindaría el equivalente de dos veces el agua suministrada por Carraízo.

La implantación del programa de conservación de agua WaterSense de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) reduciría en al menos 40% el consumo de agua en nuestros hogares. La cosecha de agua de lluvia que realizaban nuestros abuelos mediante aljibes y que se lleva a cabo en las Antillas menores sería otra fuente de agua dulce. No podemos olvidar la implantación de un programa agresivo de reforestación para atender la devastación de árboles causada por el huracán María. La reforestación reduciría la tasa de erosión de terrenos y el arrastre de sedimentos a nuestros embalses.

La médula del asunto es reconocer la importancia del agua para nuestra sociedad e iniciar la implantación de estas y otras alternativas para lograr la seguridad hídrica, con disciplina y sin pausa. No nos podemos dar el lujo de posponer y dejar que otros atiendan esta necesidad apremiante cuando no salga agua por el grifo.

FUENTE: elnuevodia.com