Hoy se celebra el aniversario de oro del Día del Planeta Tierra. Con motivo de esta importante efeméride, es pertinente realizar un recuento de cuál era la situación ambiental de Puerto Rico hace 50 años y los logros más importantes alcanzados hasta el momento. Me concentraré en la contaminación del aire y el manejo de residuos sólidos.
Hace 50 años, la contaminación del aire era muy severa, especialmente en dos cuencas aéreas. Una de estas es la cuenca aérea de Guayanilla-Peñuelas, donde estaba ubicado el tercer complejo petroquímico más grande de las Américas, conocido localmente como la CORCO. La segunda área era la cuenca aérea comprendida por Cataño y parte de los municipios de Guaynabo, Bayamón, San Juan y Toa Baja.
En aquella época, los automóviles utilizaban gasolina con plomo y carecían de los convertidores catalíticos, fumigándonos con óxidos de nitrógeno, hidrocarburos, partículas, monóxido de carbono y una buena dosis de plomo. Para añadirle sal a la herida, la mayoría de los municipios quemaba al aire libre la basura, incluyendo desperdicios peligrosos, todas las noches. Estos fuegos nos rociaban de más partículas, contaminantes tóxicos, incluyendo dioxinas.
Cincuenta años después, la gasolina no contiene plomo y los automóviles tienen convertidores catalíticos que reducen significativamente las emisiones de contaminantes. Además, ya contamos con automóviles híbridos y 100% eléctricos que eliminan aún más las emisiones. Desde mediados de la década de 1970, no se queman los residuos sólidos a campo abierto. Las emisiones del sector industrial y de las plantas generadoras de electricidad se llevaron a cumplimiento con las normas federales de emisión. En 2010, la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA) aprobó normas de calidad de aire mucho más estrictas para bióxido de azufre. Estas normas no se cumplen en una zona entre Guayama y Salinas, y en la cuenca aérea de Cataño y parte de los municipios de Guaynabo, San Juan, Bayamón y Toa Baja.
En cuanto a la disposición de los residuos sólidos, en 1970 ocho municipios arrojaban los residuos sólidos que recogían al Cañón de San Cristóbal. ¡Increíble! Tuve la oportunidad de presenciar el lamentable espectáculo de camiones que descargaban desperdicios directamente al cañón. Además, alrededor de seis municipios disponían los residuos directamente al mar, en el Cabo de Mala Pascua. Este espectáculo lo pude ver desde un helicóptero. Varios municipios vertían sus residuos sólidos en sumideros, contaminando a nuestros acuíferos. Como mencioné, la mayoría de los municipios quemaba todas las noches los residuos recogidos.
Para finales de la década de 1970, se detuvo la práctica de quemar los residuos sólidos, y la disposición en el mar y el Caño San Cristóbal. A partir de ese momento, los residuos sólidos se enterraban en rellenos sanitarios sin membranas que contuvieran la migracióndecontaminantes al agua subterránea. En 1994, ante la presión de la EPA, el gobierno de Puerto Rico cerró la mitad de los rellenos sanitarios que incumplían con los requisitos federales. Hoy siguen operando 28 vertederos. La EPA ha emitido órdenes de cierre a 13 de estos, y tiene en remojo a cinco. A pesar de una ley local visionaria de 1992 que requería un 35% de reciclaje, hoy solo reciclamos alrededor del 5% después de la veda al recibo de plásticos de China, Malasia y Tailandia.
Hemos progresado mucho desde 1970. Debemos aprovechar el aniversario de oro del Día del Planeta Tierra para reflexionar sobre estos logros significativos. ¡No se equivoquen! Falta mucho por realizar. Propongo que nos motivemos con estos logros que tanto esfuerzo han requerido, para enfrentar con determinación y sin pausa la agenda ambiental inconclusa del Puerto Rico que tanto amamos.