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Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental

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El cambio climático no solo reducirá la cantidad de agua disponible en Puerto Rico, sino que también ya está afectando la calidad del agua que llega a nuestros hogares. Este deterioro aumentará a medida que se intensifiquen las manifestaciones del cambio climático.

Una manifestación de dicho fenómeno es el aumento de la frecuencia e intensidad de lluvias torrenciales. Las lluvias torrenciales aumentan la erosión de los terrenos y, por lo tanto, incrementan el arrastre de sedimentos a los cuerpos de agua. Esto a su vez, aumenta dramáticamente la turbiedad del agua que llega a las plantas potabilizadoras, al punto que pueden abrumar a los filtros de estas plantas. Está comprobado científicamente que la turbiedad disminuye la efectividad de la desinfección, dando paso a patógenos al sistema de distribución. En casos extremos, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) interrumpe el servicio hasta que los niveles de turbiedad bajen lo suficiente para que la planta potabilizadora pueda producir agua que cumpla con las normas federales. Sin embargo, la interrupción en el suministro impacta la calidad del agua que llega a nuestros hogares cuando se reanuda el servicio. Esto lo explicaré más adelante.

Otro impacto negativo de los niveles extremadamente altos de turbiedad en la calidad del agua que llega a nuestros hogares es que aumenta la vulnerabilidad a que entren al sistema de distribución patógenos inmunes al cloro como criptosporidium y la ciclospora. Estos patógenos se remueven mediante una filtración más rigurosa. Altos niveles de turbiedad interfieren con este proceso de remoción.

Otra manifestación del cambio climático que afecta el agua de consumo humano es el aumento de la frecuencia de fuegos forestales y fuegos de pastizales. En primer lugar, estos incendios propician más arrastre de sedimentos y niveles más altos de turbiedad porque remueven la capa vegetal que protege al terreno. En segundo lugar, estudios realizados en Estados Unidos revelan que las aguas que fluyen por terrenos donde ocurrieron estos incendios contienen niveles altos de carbono orgánico disuelto, nitratos, nitrógeno orgánico disuelto, manganeso y posiblemente otros metales. El problema es que las plantas potabilizadoras no están preparadas para tratar este aumento en contaminantes. La AAA tiene que implantar ajustes operacionales, caso a caso, y si estos ajustes no logran los resultados, entonces habría que modificar la planta.

El cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de sequías. Cuando ocurren sequías severas, como la sequía que ocurrió en el 2015, la AAA se ve forzada a establecer un racionamiento de agua. La merma de lluvia que ya está ocurriendo en Puerto Rico y la sedimentación significativa de embalses como Carraízo y Dos Bocas nos hace más propensos al racionamiento.

El problema de calidad ocurre cuando se reanuda el servicio de agua luego de una interrupción. Ese primer chorro de agua resuspende los sedimentos que se depositaron en la parte baja de la tubería. Ese primer chorro desprende la membrana biológica que se adhiere en la parte superior de la tubería. Esta membrana por lo general contiene patógenos. Además, ese chorro acarrea el agua contaminada que entra a la tubería vacía por juntas desgastadas o mal instaladas, roturas de tubos o los miles de agujeros en tubería vieja. Recuerden que la AAA pierde por estas mismas vías el 60% del agua que produce.

Los mismos problemas de calidad de agua ocurren cuando se interrumpe el servicio de agua cuando nos impacta un huracán o una tormenta tropical. El cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de estos fenómenos atmosféricos.

Es imperativo comenzar a implantar medidas de adaptación y resiliencia.

FUENTE: www.elnuevodia.com